Cada 11 de febrero la Iglesia Católica celebra la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, advocación mariana cuyo origen se remonta a las apariciones de la Madre de Dios a Santa Bernardita en 1858, en Francia.
Los encuentros de Bernardette (Bernardita) con la Virgen María se produjeron en la gruta de Massabielle, a orillas del río Gave de Pau, en las afueras de Lourdes, un pueblo ubicado en las estribaciones de los Pirineos.
La Madre de Dios le comunicó a la santa que el camino que el Señor tenía reservado para ella era difícil, con muchas cruces, pero que a cambio alcanzaría la gloria del cielo.
Nuestra Señora nos recordará siempre que debemos confiar en las promesas de Cristo y que solo en Él encontraremos alivio, mientras crecemos en paciencia, esperanza y amor.