Nos contactamos con Marianela Gallardo, encargada de la Pastoral de Migrantes de la diócesis de San Felipe. Marianela llegó de Ecuador hace 3 años, casada y tiene tres hijos. Al momento de emigrar a Chile, venía acompañada de su marido, tuvo que dejar a sus hijos en Ecuador.
¿Qué te motivó venir a Chile?
“Mi esposo hace 20 años había venido y quiso volver. Mi país es lindo, pero la situación económica se hizo difícil, no había trabajo y quisimos tener estabilidad para vivir y educar a nuestros tres hijos. Gracias a Dios, nosotros estamos juntos”.
¿Qué sentiste cuándo te pidieron ser encargada de la Pastoral de Migrantes de la Diócesis?
“Fue una alegría muy bonita, empatizo con los hermanos migrantes, siento el duelo que ellos han tenido como yo lo tuve, nadie se pone en los zapatos de la otra persona sino pasa por lo mismo. Trato de trabajar en el estado emocional de las mujeres, siento que como madres somos las que más sufrimos en este momento. Para mí, es una labor muy bonita que hago sin distinción de ningún tipo”.
¿De qué nacionalidades son los migrantes en San Felipe?
“Hay haitianos, bolivianos, venezolanos, peruanos, colombianos, mexicanos y ecuatorianos. Por el estallido social y la pandemia, ha sido muy difícil juntarnos y hacer más comunidad, con mis hermanos ecuatorianos, sólo hemos compartido a través del teléfono”.
¿Se sienten apoyados por la iglesia?
“Sí, nos está apoyando espiritualmente, a tener empatía y sensibilidad con nuestros hermanos migrantes, con la iglesia caminamos juntos en el terreno donde estamos trabajando. Nos estamos preparando para llegar a los niños con la infancia misionera, con el catecismo. Dice Dios: Haz el bien sin mirar a quién. Y eso es lo que estamos haciendo con nuestros hermanos. Tenemos un obispo muy simpático, muy entregado a la iglesia, estamos muy apoyados por él”.
¿Qué proyectos tienen?
“En estos momentos estamos trabajando con nuestros hermanos migrantes, queremos partir con unos talleres para hacer pan y galletas. Con esta actividad trato de motivar a las mujeres para que trabajen en eso, las mujeres son capaces de salir adelante, que ellas sientan que pueden hacerlo. Hay algunas que se enfrentan con el tema del machismo. Hay mujeres que no se atreven salir a trabajar y dependen de su pareja. Yo sobre todo, apoyo a las mujeres, dándoles ánimo. Se complica el problema porque no tienen con quien dejar a los bebés, o a los niños, las aliento que lo conversen al interior de la familia, hagan entender a los niños que la mamá tiene que emprender, salir a trabajar para poder surgir, que con su marido se puedan organizar para el cuidado de los hijos .Hay otros casos de mujeres independientes, muy trabajadoras, que trabajan recogiendo nueces o paltas”.
“Ahora que empiezan los fríos, hemos empezado una campaña, “Abriga a tu hermano”, hay niños con ropa muy delgada. Uno como madre se le rompe el corazón. Si uno como adulto pasa frío, ellos más todavía. Han nacido guagüitas de mamás que han perdido su trabajo. También se necesita ropa de adulto, porque ha habido casos de personas que han pasado por pasos fronterizos, vienen con sus maletas caminando, y se las han robado, han quedado con una mano atrás y otra adelante.
Ha habido gente generosa en San Felipe, que por la gestión de uno de nuestros compañeros donó harina, manteca y sal para apoyar a las mujeres para que pudiéramos hacer el taller. Yo digo, las manos que dan, reciben el doble”.
Fuente: Delegación Episcopal de la Pastoral Social